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Quiso la casualidad que el 2020 fuera el Año Internacional de la Enfermería, aunque el escenario en el que este reconocimiento anual tuvo lugar fue el más impensado que hubiéramos querido. En parte, este es también el motivo por el que la Organización Mundial de la Salud ha prolongado la efeméride al presente 2021. Sin duda, un año en el que el colectivo sanitario seguimos dando el do de pecho ante tantos frentes abiertos.

Todos los acontecimientos dejan diferentes lecturas y la pandemia no es una excepción. Una de las pocas cosas buenas a reseñar, quizá por parte del colectivo enfermero, es la valoración unánime que la sociedad hace de nuestra profesión, algo que supone una pequeña recompensa al tiempo que deja algunas sombras al desvelarse el desconocimiento bastante generalizado que aún se tiene de todas las competencias y el alcance de las funciones que desempeñamos los profesionales de la Enfermería.

Una reciente encuesta realizada por el Colegio Oficial de Enfermería de Madrid[1] pone de manifiesto, además de muchas cosas positivas, datos sorprendentes como que el 70,8% de la población cree que el colectivo enfermero somos dependientes de las indicaciones de un médico y carecemos de autonomía en nuestro trabajo. Una realidad que nos obliga, en días como hoy, a reivindicar y defender lo que hacemos.

El objetivo de la Enfermería es la promoción y fortalecimiento de la salud, la mejora de la calidad de vida y el bienestar de las personas, respetando su dignidad y libertad. La salud y el cuidado se convierten en los ejes centrales del conocimiento y la práctica de la Enfermería. Es una disciplina que centra su atención en la persona, en el autocuidado y en la continuidad de la asistencia, creyendo en la prevención y la importancia fundamental de los hábitos de vida; cuestiones todas que vinculan a la Enfermería con los principios básicos del originario “Arte de la Salud”.

Inmersos como estamos en un mundo golpeado por los vaivenes de la pandemia, el miedo, la incertidumbre y la confusión, con personas más vulnerables y con peor acceso a la atención sanitaria, la figura de los profesionales de la Enfermería es vital por la cercanía y el mayor contacto que tenemos con los pacientes y las familias. Ayudarles a ganar en autonomía gracias a los cuidados continuados y el acompañamiento durante todas las etapas de la vida es una herramienta poderosa que centra su foco en la persona, invirtiendo tiempo en lograr una mayor dignidad, empatía e integridad en la atención sanitaria y en la relación del paciente con su propia salud.

 

Beatriz Daza, enfermera especialista en cuidados avanzados y paliativos, titulada y practicante de Medicina Tradicional China, docente, asesora nutricional y miembro de la SESMI.

[1] Presentación de PowerPoint (codem.es)

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